Yolanda Canto de González, mujer excepcional que ha dado al país un ejemplo de vida con fortaleza, con lucha femenina, con valores que ha sembrado a su paso y ha dejado huella en quienes la rodean.Yolanda Canto nace en Tizimín, Yucatán, el 8 de agosto de 1937. Sus padres son Delta Pacheco y Oscar Canto. A los siete años llega a Mérida; a la edad de doce años, la situación económica en su hogar no es favorable, por ello, al terminar la educación primaria empieza a trabajar en tiendas de abarrotes y de importación, así conoce este giro comercial y lo hace suyo.
Hacia 1958 la invitan a trabajar en Transportes Aéreos Mexicanos, S.A. con el puesto de sobrecargo suplente y, aunque no sabe inglés, empieza a tomar clases mientras hace vuelos de Mérida, Cozumel, Belice y Chetumal, “una ruta difícil para las líneas aéreas, pues con la comunicación que hay por tierra, los aviones implican grandes inversiones”, dice doña Yolanda.
“En aquel entonces volamos en aviones DC3, adaptables para pasajeros, en la mañana y algunas tardes para la carga con madera de Xpuhil, pescado, y otro artículos, como abarrotes.
Hay un camioncito para recoger a la tripulación, primero a los sobrecargo, después a los copiloto y luego a los capitanes; un día, al chofer de ese camioncito le pedí que me enseñara a manejarlo y aprendí a manejar en las pistas.
En 1959 tuve una pernocta en Cozumel, un vuelo en el que permaneces durante la noche y al día siguiente es el traslado, es decir, tienes que quedarte en el lugar, y hubo una fiestecita en la que conocí a Lenin, un telegrafista de 18 años, atento conmigo; tuvimos un noviazgo muy bonito de un año, nos mandamos cartas, casi diario tenía un telegrama en mi casa que expresa cosas hermosas. Dios me bendijo con mi marido también”.
Se casa el 24 de abril de 1960 con Lenin González Padrón, con quien procrea tres hijos: Patricia, Lenin y Félix. Desde su matrimonio radica en la isla de Cozumel, llega cuando hay 3 000 habitantes y una placa de taxi cuesta entonces 40 pesos.
Yolanda Canto adquiere el permiso número 15 de su taxi, cuando se funda el Sindicato de Taxistas y se dificulta reunir taxis necesarios para constituirlo, no hay suficientes martillos, y se convierte entonces en la primera taxista mujer en la isla de Cozumel y, según los registros, en el estado de Quintana Roo.
“Lenin sale del telégrafo y mediante un préstamo bancario, compra el terreno del actual hotel Pirata y empieza lo que es para mí la época de oro de Cozumel, cuando llega el turismo nacional a comprar mucho, porque lo que encuentran en Cozumel no hay en otro lado; hasta que llega un ciclón, se lleva la tienda y el turismo baja; pero adquirimos este local en la avenida Adolfo Rosado Salas y con el comercio pudimos costear la carrera a nuestros hijos”.
Lenin jr. acude a Riverside en Atlanta, con estudios militarizados, un bachillerato riguroso, sistemático; lo secunda Félix, mientras que Patricia decide trabajar en las tiendas. Lenin concluye la licenciatura en mercadotecnia, en Miami y Félix, en Derecho, en el Tecnológico de Monterrey. Resultaron alumnos brillantes y Félix destaca por su disciplina, su liderazgo y la cantidad impresionante de reconocimientos que ha recibido desde niño de parte de sus profesores, amigos y compañeros.
“Félix es especial, con él he mantenido una comunicación transparente, hemos tenido lapsos en los que nos hemos escrito, nos mandamos cartas, y me llama diario para ver cómo va todo y cómo estamos”, dice doña Yolanda, mamá del gobernador del estado de Quintana Roo.
Juvenil, llena de voluntad y fuerza, Yolanda Canto tiene nueve nietos: tres niñas de Patricia; cuatro varones de Lenin y una pareja de Félix, quien se casa con Narcedalia, su novia desde el Kinder.
¿Cómo hace una madre para educar a sus hijos? Con libertad, cada persona tiene su propia personalidad, nacemos únicos, y la libertad ayuda a saber tomar decisiones y tener dierección.
“En Quintana Roo, concluye, en Cozumel, Isla Mujeres y Chetumal, las mujeres han manejado el comercio, las tiendas de importación, los trámites aduanales, la administración mercantil la ha llevado la mujer. Ahora, con la computadora, todo ha cambiado. Pero a mí me gusta estar en mi tienda, platicar con mis amigas, coser ropa para mis nietos, vestir las cunas de los bebés, poner los pabellones y cocino cuando hay una reunión especial y familiar”.
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